sábado, 1 de noviembre de 2014

PERSEVERANCIA...

Perseverancia........
Etimológicamente proviene del latín perseverantia, que significa constancia, persistencia, dedicación, firmeza bien en las ideas, las actitudes o en la ejecución de cualquier propósito.
Así, la perseverancia es la capacidad de seguir adelante a pesar de los obstáculos, las dificultades, la frustación, el desánimo e incluso los deseos de rendirnos ante cualquier situación. Una persona perseverante PERSIGUE sus metas con ahínco y tesón, tiende a terminar todo aquello que empieza, mantiene su atención en su objetivo y, si no lo alcanza, lo vuelve a intentar utilizando un mètodo distinto. Así, esta cualidad nos ayuda a desarollar el autocontrol, a regular la tolerancia a la frustación y nos convierte en personas más resistentes y resilientes.
Dicho de otra manera, la perseverancia es una suerte de brújula que nos permite orientarnos en la tormenta. Es el factor que convierte las palabras en acciones, la teoría en práctica, los sueños en realidades. La fortaleza que nos lleva a no rendirnos ni desfallecer ante las más adversas circunstancias. Como si fueramos arcilla, nos moldea y nos esculpe.
Honrarla es honrarnos.
¿Estamos dispuestos a pagar su precio?
En este proceso, resulta vital aprender a ir más allá de lo que tenemos delante de nuestras narices y tomar perspectiva. Solo así podremos posicionarnos en la dirección correcta para dar el paso. También podemos ponernos un plazo de tiempo determinado para alcanzar los distintos puntos clave de la carrerra, para mantener el ritmo y nuestro nivel de motivación. Dejar a un lado las dudas y confiar en nosotros mismos, yendo más allá de las críticas y opiniones ajenas, es una parte clave del camino, al igual que volver a conectar con nuestros valores. Saber cuáles son nos aportará valiosa información sobre nuestras prioridades y ayudará en la toma de decisiones, además de mantenernos alineados con nuestro propósito.
Cuando surge un problema, es más fácil compadecernos, quejarnos y ocultarlo bajo la alfombra que asumir parte de las responsabilidad y hacer lo que esté en nuestra mano para resolverlo. La mayoría sucumbimos a la pereza, la infravaloración y la procrastinación. Se trata de los mayores enemigos de las perseverancia, una forma de autosabotaje que nos aleja de la línea de meta"Ahora no me apetece ponerme con eso"," mejor ni lo intento, porque no lo voy a conseguir","lo dejo para mañana, o quizá pasado"....son latiguillos tan comunes como dañinos.
Pedazo a pedazo, se apoderan de nuestra fuerza de voluntad y nos susurran palabras venenosas al oído. Gran parte de su poder proviene del miedo que tenemos, ya sea a lograr nuestros objetivos o a fracasar en el intento.
Y las tres utilizan la misma arma: nos paralizan.
Formulamos excusas que justifican dejarlo todo en pausa, en una zona gris, en la que no tenemos que arriesgar ni tampoco perder nada. Así no tenemos que enfrentarnos a las consecuencias de nuestras acciones y decisiones. Resulta más cómodo así. De este modo, nos conducen hacia la huida o el abandono, privàndonos de la oportunidad de saber de lo que somos capaces. Sobre todo cuando se convierten en hábitos y terminamos por jurarle lealtad al "no puedo".
A veces resulta muy duro poner punto final a un proyecto en el que hemos invertido incontables horas, sangre, sudor y lágrimas. El peso de todos los pasos dados y nuestro propio orgullo a menudo nos impide ser honestos con nosotros mismos.
Requiere de mucho valor reconocer que nos hemos marcado una meta equivocada, y aún más fortaleza optar por cambiar de dirección.
Admitir que hemos ERRADO no es agradable, pero es necesario para tomar nota de aquello que no ha funcionado y ganar en VERSATILIDAD y HUMILDAD.
Así, incluso cuando no da los frutos esperados, la PERSEVERANCIA nos regala un gran aprendizaje: forja el carácter y nos ayuda a conocernos más, descubrir los límites y aprender a escojer las batallas.

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