martes, 16 de septiembre de 2014

Rituales de la Medicina Moderna.

En épocas pasadas el inicio de la vida y el fin de la misma estaban marcados por un ritual de nacimiento y de muerte respectivamente. En la actualidad ambos acontecimientos se producen en las clínicas,  que son autènticos baluartes de ritos inconscientes. Los rituales que dominan la medicina pueden ayudarnos a comprender el valor general de la ritualización en los procesos de curación,  por lo que estudiaremos con todo detenimiento. Manteniendo los ojos bien abiertos en las clínicas modernas se descubre una cantidad pasmosa de sortilegios que no tienen nada que envidiar a los de los brujos. En tiempos arcaicos,  cuando los pacientes se ponían en manos del hechicero debían confiar ciegamente en él,  perdían toda capacidad de decisión,  entregándose al poder divino o al del chamán como su representante. Actualmente ponemos en escena de manera aún más aparatosa un efecto similar. El paciente de hoy en día también debe abandonar su derecho de decisión a la puerta de la clínica, que sigue siendo un lugar importantísimo ya que representa el umbral al otro mundo, tal como eran las puertas de los antiguos templos. El mundo que comienza tras la puerta causa temor por su complejidad y por la enfermedad que en él reina. Es frecuente que el paciente se sienta angustiado por todas las cosas que se le vienen encima y que no puede comprender. Probablemente las personas que acudían al templo de Asclepio en Antigüedad lo hacían embargados por una sensación similar, aunque eran mas conscientes.
Después de registrar al paciente siguiendo un estricto procedimiento es conducido la más rápidamente posible a la cama. Aunque la persona se sienta perfectamente y haya ingresado para someterse a una expliración o a una operación, en el hospital todos los paciwntes deben estar tumbados. La cabeza, que representa el centro de mando, no puede llevarse erguida, sino que debe descansar. De este modo se asegura al mismo tiempo que, al menos físicamente, el paciente està a los pies de los médicos y se pone de manifiesto que durante el tratamiento està a un nivel inferior a éstos. El enfermo apenas puede opinar y mucho menos tomar decisiones; tanto en la forma como en el contenido se convierte ràpidamente en paciente. Por si fuera poco, las enfermedades le obligan a desvestirse y a meterse en la cama, es decir que ya no puede decidir cuàndo se va a la cama y cuàndo se levanta. Poco a poco se rebaja el grado de responsabilidad del paciente al de un niño. En la mayoría de clínicas hay que compartir la habitación, algo que recuerda asimismo la época de infancia. Esto tiene el efecto añadido de que la enfermera dice cuándo hay que dormir, naturalmente para el bien de los "queridos niños". Es preciso apagar la luz y cerrar los ojos. Al dia siguiente, tras lavarse por orden de la enfermera, los pacientes desayunan, pero no lo que a ellos les apetece sino lo que otros creen que es más conveniente. Y si no se lo terminan todo son suavemente reprendidos con palabras y miradas reprobadoras. Algunas enfermeras exageran aún màs esta situación al caer inconscientemente en una especie de media lengua para bebés. Sin duda su intención es buena, aunque tiene el efecto de poner a los pacientes en su lugar.
Por lo tanto, se celebra un complejo ritual con el objetivo de rebajar a las personas a la categoría de pacientes, muy similar a la categoria de niños. Este proceso es acelerado por gran cantidad de pequeños detalles: si los pacientes quieren pazear, deben hacerlo en pijama, camisón o albornoz, y no como es propio de adultos. Naturalmente es imposible que estèn lo suficientemente sanos como para recibir de pie la visita de los médicos, sino que deben tumbarse en la cama y esperar pacientemente las palabras de esos semidioses. Lo cierto es que éstos deciden prácticamente todo acerca del destino del paciente, al cual sólo le comunican los resultados. Cuando los médicos están de consulta utilizan una lengua secreta apenas inteligible, comparando curvas, gráficos y resultados de mediciones.
La visita de los médicos al lecho del enfermo se desarrolla siguiendo estrictas reglas rituales.
Por lo general es una exaltación de la jerarquía.
La palabra jerarquía significaba originalmente en griego"dominio de los dioses". Por lo tanto, el médico jefe, que ocupa el lugar más alto en la jerarquía, manda y ordena como un sacerdote del culto al sol.
Las libertades que los enfermos pueden permitirse con las simples enfermeras, que al fin y al cabo representan al pueblo llano, son impensables con él. El médico jefe da la impresión de saberlo todo y no tiene por qué justificar nada. Es probable que a algunos pacientes les recuerde la figura de un padre estricto, el cabeza de familia, y si no sienten por él un respeto y una deferencia espontáneos, se imponen a la fuerza.
Los intentos realizados en esta época democrática por eliminar las jerarquias han topado con una fuerte resistencia, especialmente en la medicina.
El ritual de regresión, cuidadosamente planificado, también tiene aspectos positivos para los pacientes: por ejemplo son llevados en sillas de ruedas adónde deseen, aunque podrían andar perfectamente, pero no deben fatigarse ni pensar demasiado. Se receta tranquilidad para el cuerpo, el alma y la mente, ya que tiene efectos curativos. Por consiguiente, es lógico que sean los médicos y no lis pacientes quienes decidan cuándo éstos pueden levantarse y , finalmente, volver a casa. En el caso de que un paciente no reconozca los signos y siga llevando las riendas, como de costumbre, es reprendido y obligado con pequeñas sanciones a pasar por el aro."El paciente de la habitación 17 es difícil" comentan las enfermeras, pasando dicha información a las alturas. Si el paciente se gana el apelativo de " muy dificil", el jefe en persona dirigirà unas palabras al rebelde utilizando el plural mayéstatico: "Vamos a ver, ¿ que problemilla tenemos...?"
Por supuesto la medicina sabe còmo justificar todas estas medidas sin llegar a utilizar nunca la palabra ritual. No obstante, un examen somero revela que se trata de racionaliamos. Se dice que los médicos deben saber latín para poder entenderse en los simposios internacionales, pero durante mas de 20 años de eztudios y de práctica de la medicina nunca se ha conocido a ningún médico que hubiera hablado alguna vez en latín con un colega, o que pudiera hacerlo. Seguramente si lo intentara lo tomarían por chiflado. Deo que se trata es de intercalar el mayor número de vocablos latinos para no ser comprendidoa, es decir, a los pacientes hay que explicarles las palabras clave, ya que al igual que a los niños, no se les pueden decir toda la verdad.
Algo parecido ocurre con el "estéril" color blanco del personal médico, que todos sin excepción deben llevar.
No existe ninguna razón higiénica quu diga que hay que vestir de blanco y no de amarillo, por ejemplo.¿Por qué ir de blanco?
Quizá tiene algo que ver con que el Papa también viste de blanco, al igual que la mayoria de gurús.
¿Necesitan acaso esos semidioses vestiduras blancas rituales para realizar sus ritos secretos, aunque no quieran admitirlo? ¿Se asocia la medicina al color blanco porque es la suma de todos los demás colorea, por lo que es el color de la totalidad y la perfección?
Hay muchos indicios, por ejemplo la magia que rodea la higiene, que apunta a alguna de estas causas profundas. Semmelweiss tuvo que vencer una fuerte resistencia para imponer la higiene, aunque ahora ocupa un papel destacado en los ritos sustitutivos de la medicina. En la actualidad es defendida con tanta energia, rayana a veces en la irracionalidad, como fue combatida en su momento. Este tipo de cargas emocionales suelen ser un signo de que algo se esconde tras un determinado tema. En este caso pueden entreverse preceptos de limpieza y ceremonias de purificación. En los preparativos anteriores a una operación lis cirujanos extreman la limpieza comi medida higiénica: primero se lavan las manos durante unos minutos bajo el chorro de agua caliente, al tiempo que las frotan con un cepillo duro y un jabón agresivo. La duración de este lavado està exactamente fijada y se controla al segundo.
Al terminar se considera que las manos aún estàn sucias, por lo que deben lavarse de nuevo durante alfunis minutos con alcohol de alta graduación. Pese a ello, desde el punto de vista de la higiene, siguen despertando sospechas, por lo que se meten en guantes de goma esterilizados. Ni siquiera los cultos mágicos incluían rituales de limpieza tan exhaustivos para las manos.
La multitud de pequeños procedimientos de limpieza que se llevan a cabo diariamente en las clínicas tienen un caràcter ritual, ya que no obedecen a ningún objetivo higiénico. El médico "se lava las manos", en sentido literal y figurado. Asimismo desinfecta el lugar donde va a poner una inyección de una manera que, tal como se ha demostrado hace tiempo, no tiene ninguna utilidad higiénica. No obstante, los médicos sienten apego hacia este ritual y, con razón, insisten en seguir practicándolo; aducen todo tipo de motivos para continuar preparando el lugar de la punción de una manera que recuerda los chamanes,sin ningún efecto funcional pero sí mágico. En este caso el alcohol tiene una función similar al agua bendita en las puertas de las iglesias. Desde el punto xe vista higiénico ni una ni el otro limpian, aunque sí purifican. Los médicos defienden este ritual y los pacientea lo esperan, ya que en la medicina, como en otros ámbitos, los rituales son absolutamente indispensables.
También la pràctica médica habitual està llena de rituales inconscientea. El enfermo debe legitimar su derecho a ser recibido por el doctor con una cartilla que entrega a la enfermera y después de esperar el tiempo que haga falta hasta que le llamen por su nombre. En una atmósfera de tensión, rodeado por otras personas enfermas, espera con el nerviosismo el momento decisivo en el que serà conducido a presencia del médico. Al igual que en la antigüedad, antes de ser llevado ante Asclepio, dios de la medicina, el pacienfe se ve embargado a partes iguales por la esperanza y el temor. Finalmente, cuando se le permite penetrar en el sanctasanctórum, el médico se revela como un ser realmente misterioso. Ante sus ojos el paciente contempla instrumentos cuyo objeto y uso le son desconocidos. No obstante, siempre es un alivio comprobar que el médico está bien equipado, por lo que incluso los aparatos que no se utilizan cumplen una función. Naturalmente, el doctor tiene muy poco tiempo, como es propio de una persona de su importancia; sería impensable hacerle esperar siquiera un minuto, aunque él haya hecho esperar al paciente màs de una hora. Finalmente se digna a dirigir unas pocas palabras al " paciente" paciente.


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